Para ti, para vosotros, para todos.
Para el padre que se ha ido. Para la madre que se ha marchado. Para el hermano que ya no está. Para el hijo que falta.
Para ti, abuelo, abuela, que dejáis un hueco cavado en el pecho. Para el amigo que no se volverá a ver.
La voz, el latido, el alma de Hellín.
Para todos. Para siempre.
Carlos Hernández Millán